La enfermedad de Crohn puede conducir al paciente a un estado de desnutrición debido, sobre todo, a la afectación de las partes altas del tubo digestivo (la cual hace difícil el paso de los alimentos) y también a la mala absorción de los alimentos debido a los daños producidos en el intestino delgado.
Como ya hemos dicho en entradas anteriores, la enfermedad de Cronh suele afectar a personas jóvenes; en este aspecto es importante un diagnóstico temprano de la enfermedad debido a que los déficits nutricionales pueden provocar que el crecimiento de los afectados no sea el adecuado.
Con todo esto, no queremos decir que la dieta tenga que ser restringida ni mucho menos, ya que si esto fuese así sería mucho menos variada y apetecible por lo que el déficit nutricional se convertiría en un problema aún mayor. Lo que queremos decir es que la alimentación debe ser lo más variada y saludable posible adecuándose a las necesidades del paciente.
Esto quiere decir que podemos eliminar de la dieta todos aquellos alimentos que le sienten mal a nuestro paciente, como pueden ser las especias picantes. Es importante en este ámbito desterrar el mito de la restricción de los lácteos; se suelen restringir porque se cree que provocan diarrea pero esto no es así y su restricción solo provocaría un aumento del déficit nutricional debido al aporte insuficiente de calcio.
Para finalizar este post, queremos hablar sobre la nutrición enteral (que es la que administramos mediante sonda nasogástrica) y la parenteral (que es la inyectada en vena).
Estas pueden resultar muy útiles para épocas agresivas de la enfermedad en las cuales queremos dejar descansar al intestino para que el brote remita. También podemos aplicarla en personas en las que el brote ya ha remitido pero queremos alcanzar cierta estabilidad (en este caso usaríamos la nutrición enteral como suplemento de una dieta normal).
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